El mundo enfrentó desafíos sustanciales para satisfacer las demandas de atención de salud mental, incluso antes de la aparición de la enfermedad por coronavirus (COVID-19). Con los estragos causados por la pandemia y el impacto inminente en las economías, las estructuras sociales y los sistemas de salud, está surgiendo una crisis mundial de salud mental. El Director General de la ONU pronosticó esta situación en un informe de política el 13 de mayo de 2020, declarando: “La salud mental y el bienestar de sociedades enteras se han visto gravemente afectados por esta crisis y son una prioridad que debe abordarse con urgencia” 1. Se recomendaron acciones críticas: aplicar un enfoque de toda la sociedad para promover, proteger y cuidar la salud mental; garantizar una amplia disponibilidad de apoyo psicosocial y de salud mental de emergencia; y apoyar la recuperación de COVID-19 desarrollando servicios de salud mental para el futuro.
En un campo crónicamente subfinanciado e ignorado por la mayoría de los encargados de formular políticas, especialmente en los países de ingresos bajos y medios (PIBM), no es fácil tomar medidas. Más del 90% de las personas con problemas de salud mental no reciben tratamiento en los PIBM. A medida que se desarrolla la pandemia de COVID-19, y dada la probabilidad de que se dediquen aún menos recursos a los servicios de salud mental, surgen preguntas sobre si será factible implementar las recomendaciones de la ONU en los próximos años.
¿Puede la comunidad investigadora ofrecer soluciones rápidas? El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés) respalda una red de centros de investigación global diseñados para abordar las preguntas que surgen a medida que los países de ingresos bajos y medianos implementan ampliamente servicios de salud mental sostenibles y basados en la evidencia.2 Estos denominados «centros de ampliación del NIMH» son interdisciplinarios, con el interés y la experiencia de las personas involucradas en aumentar el alcance, la accesibilidad, la adopción, la calidad, los costos y la eficacia de los servicios de salud mental, mejorar el aprendizaje y el desarrollo colaborativo, desarrollar la capacidad local para la implementación de la investigación y establecer relaciones con organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y partes interesadas de la comunidad. Presentamos ejemplos de programas replicables que pueden respaldar las recomendaciones de la ONU.
Los centros implementan estrategias creativas para involucrar a comunidades enteras en la entrega de intervenciones basadas en evidencia a través de varias plataformas a lo largo del ciclo de vida. En Pakistán, los maestros están capacitados para reconocer y manejar los problemas emocionales y de comportamiento en los niños que asisten a escuelas primarias y secundarias a través de un programa de capacitación en línea especialmente desarrollado e integrado en las plataformas de educación continua de los maestros.3 Los maestros utilizan un chatbot interactivo para trabajar con niños en el aula. y estar mejor equipado para evitar que cualquier problema emocional o de comportamiento interrumpa la educación y el bienestar de los niños. En Uganda, los padres están capacitados para trabajar junto con los trabajadores de salud comunitarios para brindar una intervención de grupo familiar a los niños con comportamientos perturbadores.4 La intervención genera apoyo para las familias al brindar oportunidades para que los cuidadores y los niños se comuniquen en entornos seguros con otras familias que han compartido experiencias . En Sierra Leona, las intervenciones grupales basadas en la evidencia para la salud mental se integran en los programas de emprendimiento juvenil que ofrecen a los jóvenes afectados por la guerra oportunidades de ganarse la vida y fomentan el desarrollo de la capacidad local.5 Las intervenciones combinan elementos de terapias cognitivo-conductuales e interpersonales y se llevan a cabo por trabajadores laicos. En India, se implementan intervenciones comunitarias para la prevención del suicidio entre estudiantes y agricultores, con trabajadores comunitarios de salud capacitados para identificar y derivar a los grupos vulnerables a los servicios locales de salud mental.6 En Tailandia, las personas involucradas en la gestión de la atención basada en la comunidad reciben capacitación para ayudar a los cuidadores y personas de 60 años o más con síntomas conductuales y psicológicos de demencia.7 Se combinan intervenciones psicológicas, físicas y educativas para aumentar la eficacia de estas intervenciones en la mejora de la calidad de vida de las personas mayores y sus cuidadores.
Algunos centros se centran en integrar la tecnología digital en modelos escalables de prestación de servicios. En la India, la tecnología digital se utiliza para capacitar a los trabajadores de la salud comunitarios para que brinden un breve tratamiento psicológico basado en la evidencia durante seis a ocho sesiones para la depresión en entornos de atención primaria en un estado relativamente desfavorecido del país.8 El modelo de capacitación de bajo costo reemplaza el rostro programas de formación presenciales que requieren formadores especializados y una planificación logística costosa para la entrega. En Colombia, la detección y el tratamiento de la depresión y el consumo de alcohol no saludable utilizaron evaluaciones clínicas validadas por computadora, una herramienta digital de apoyo a las decisiones clínicas para guiar a los proveedores en las opciones de tratamiento y una aplicación terapéutica digital para promover el cambio de comportamiento y el bienestar entre los pacientes.9 En Mozambique, un breve La herramienta electrónica de bienestar mental ayuda a los trabajadores de salud comunitarios, proveedores de atención primaria.