Frente a las costas de Tailandia, florece una industria de mariscos que alimenta el apetito mundial multimillonario de atún, langostinos y calamares. Pero en la zona cero de la cadena de suministro mundial de productos del mar, la explotación y la servidumbre por deudas son prácticas habituales en el lugar de trabajo.
Los hombres que trabajan en los barcos son en su mayoría ciudadanos birmanos y camboyanos expulsados de sus países de origen por la pobreza y atraídos por la promesa de un salario y remesas. Para llegar a Tailandia y encontrar un empleador, la mayoría de estos trabajadores utilizan los servicios de los corredores de migración y las agencias de empleo, que pueden cobrar precios exorbitantes por los papeles y pases que proporcionan.
Estos precios, que oscilan entre 15.000 y 30.000 THB (500 a 1.000 dólares de los EE.UU.), están muy por encima de los medios de la mayoría de los trabajadores. Sus nuevos empleadores en la industria pesquera suelen pagar los honorarios, y así los trabajadores comienzan sus trabajos muy endeudados con los propietarios de las embarcaciones. Una vez que empiezan a trabajar, muchos trabajadores extranjeros esperan de seis a doce meses antes de ver un salario. Si desean irse, los capitanes de barco pueden retener sus pasaportes, insistiendo en que la deuda sea saldada, con intereses, antes de la partida.
En los últimos años, los consumidores han tomado cada vez más conciencia de la explotación sistemática de los trabajadores migrantes en la industria pesquera tailandesa. Los informes de los medios de comunicación, las películas y las memorias de los pescadores en las que se detallan las prácticas peligrosas en el lugar de trabajo, la sed y el hambre, los malos tratos físicos, la falta de atención médica, los turnos de veinte horas sin descanso y el sistema de servidumbre por deudas han presionado a las autoridades tailandesas para que actúen.
A principios de 2019, Tailandia se convirtió en el primer país de Asia en ratificar el Convenio sobre el trabajo en la pesca de la Organización Internacional del Trabajo, cuyo objetivo es garantizar condiciones de vida y de trabajo decentes para los trabajadores de la industria pesquera. Esto representa un paso importante hacia la regulación del sector pesquero tailandés, pero según Ussama Kaewpradap, organizador principal de la Red de Derechos de los Pescadores, este convenio puede ser otra «reforma de papel»:
[Las reformas] han sido mal implementadas y sólo mínimamente cumplidas. Aunque ha habido muchos cambios en la industria en los últimos años, los pescadores han visto pocos beneficios directos y siguen trabajando en malas condiciones de trabajo.
Hablando con Global Voices por correo electrónico, Ussama explica que desde que ratificó el Convenio sobre el trabajo en la pesca, el gobierno tailandés ha iniciado un proceso de participación de las partes interesadas que ayudará a dar forma a la legislación final que dará efecto al Convenio. Estos interesados, señala, incluyen a las autoridades gubernamentales, la asociación de propietarios de embarcaciones y las organizaciones no gubernamentales, pero no a los propios pescadores.
Esto se debe a que a los trabajadores migrantes se les sigue negando el derecho a la libertad de asociación en virtud de la Ley de Relaciones Laborales de Tailandia de 1975, que impide que los migrantes se afilien formalmente a los sindicatos y formen parte de los comités sindicales. Hasta que el gobierno tailandés no ratifique los convenios de la Organización Internacional del Trabajo sobre la libertad de asociación y la negociación colectiva, la explotación y el abuso continuarán.
No sólo no se permite a los trabajadores migrantes en Tailandia la sindicación, sino que también se les permite trabajar en un solo sector económico. Los pescadores birmanos y camboyanos, por ejemplo, no pueden buscar trabajo en la industria manufacturera o la agricultura. Y si abandonan un trabajo, deben encontrar un nuevo empleador en un plazo de sólo 15 días o sus visados serán anulados.
Dado que la Ley de Relaciones Laborales de Tailandia de 1975 sólo reconoce los sindicatos dirigidos por nacionales tailandeses, la Red de Derechos de los Pescadores existe en un estado de limbo jurídico, ya que está compuesta principalmente por trabajadores migrantes birmanos y camboyanos. Sin embargo, esto no ha impedido que la Red de Derechos de los Pescadores organice a los pescadores en sus lugares de trabajo, los eduque sobre sus derechos, los capacite en materia de salud y seguridad en el lugar de trabajo, desarrolle sus aptitudes para emprender acciones colectivas y defienda sus derechos ante las autoridades tailandesas, las empresas de productos marinos y los organismos internacionales. Ussama añade:
Al crear un sindicato, los pescadores tienen el poder de una voz unida para exigir cambios estructurales y sistémicos en la industria.