En ciudades como Buenos Aires, Bogotá y Ciudad de México, las tensiones derivadas del cambio climático ya no se discuten solo en términos ambientales. Hoy, sus efectos se entrelazan con los desafíos sociales más urgentes: desempleo, informalidad y desigualdad. Frente a este panorama, las economías verdes emergen como una vía concreta para generar empleo digno, estable y con sentido de justicia ambiental.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha advertido que las ciudades concentran el 70% de las emisiones de CO₂ a nivel global, pero también representan un campo fértil para una transformación económica con rostro humano.
Además, los empleos verdes suelen implicar condiciones laborales más estructuradas y formales. La capacitación en nuevas tecnologías limpias, en procesos de construcción sustentable o en mantenimiento de infraestructura energética, permite la inserción laboral de jóvenes, mujeres y personas migrantes.
Del mismo modo, las ciudades que incorporan criterios de equidad laboral en sus políticas ambientales están logrando una mayor cohesión social.
Economías verdes: motor de inclusión laboral
Según cifras recientes de la OIT y la CEPAL, las economías verdes podrían generar hasta 15 millones de nuevos empleos en América Latina y el Caribe hacia finales de esta década.
En respuesta, diversas municipalidades están desarrollando alianzas entre gobiernos locales, sindicatos y empresas para articular estrategias laborales con impacto climático.
Del mismo modo, los gobiernos municipales están adoptando marcos normativos que exigen criterios de sostenibilidad en contrataciones públicas, construcción de obra civil y mantenimiento urbano. Esta visión permite no solo reactivar economías locales, sino también generar empleos verdes con alcance multisectorial.
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