La informalidad continúa siendo una herida abierta en el mercado laboral mexicano. En pleno 2025, apenas una tercera parte de los trabajadores cuenta con una Administradora de Fondos para el Retiro (Afore), lo que significa que millones de personas enfrentan un futuro sin garantías mínimas para su vejez.
El Sistema de Ahorro para el Retiro fue creado para ofrecer a las y los trabajadores una vía segura hacia una pensión digna. Sin embargo, la realidad es otra. De los más de 58 millones de cuentas registradas, casi 25 millones están inactivas, lo que revela una desconexión estructural entre el empleo formal y los mecanismos de protección social.
Millones de trabajadores sin derechos laborales básicos
Además, la mayoría de quienes no tienen Afore se encuentra en la economía informal, donde no existen contratos, seguridad social ni estabilidad salarial. Esta situación afecta de manera desproporcionada a mujeres, jóvenes y trabajadores del sector servicios. La precariedad no solo debilita el presente, sino que compromete el bienestar a largo plazo.
Por otro lado, la baja densidad de cotización es decir, los periodos irregulares de aportaciones agrava el problema. Aunque una persona tenga una cuenta activa, si no realiza contribuciones constantes, su pensión será insuficiente. Esta fragilidad se acentúa en contextos donde el salario mínimo apenas alcanza para cubrir lo esencial.
De acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), en México solo el 32% de los trabajadores tienen una cuenta con movimientos recientes. Esta cifra subraya un desafío urgente: sin una política laboral que fomente la formalidad y mejore las condiciones contractuales, hablar de ahorro para el retiro es un privilegio, no un derecho.
