No todos los días se presenta una nueva oportunidad laboral, y sin embargo, cuando llega, muchos trabajadores en México la rechazan. Más que por salario o prestaciones, lo hacen por miedo. Según datos recientes del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, cinco de cada diez trabajadores insatisfechos prefieren mantenerse en un empleo que no les gusta antes que arriesgarse a lo desconocido.
Este fenómeno, que puede parecer irracional, se ancla en factores culturales profundos. En muchos entornos laborales mexicanos, la estabilidad se valora por encima del bienestar emocional, y el cambio se asocia con fracaso o incertidumbre. La falta de confianza en el mercado, los trámites burocráticos y la precariedad de los derechos laborales son barreras que refuerzan el inmovilismo.
El miedo laboral como parte del entorno cultural
Más del 57% de los trabajadores mexicanos reportan estar insatisfechos con su empleo, pero no toman acción. Esta resistencia no ocurre en el vacío: muchos fueron criados bajo narrativas familiares que glorifican la lealtad a una sola empresa o ven el cambio constante como señal de inestabilidad. Además, los despidos sin justificación siguen siendo comunes, y los procesos de selección tienden a castigar a quienes han cambiado de trabajo con frecuencia.
En comunidades binacionales como la mexicana en San Diego, donde la experiencia laboral puede cruzar fronteras, es vital entender cómo esta mentalidad afecta las oportunidades en ambos lados. El cambio, si bien genera incertidumbre, también abre paso al crecimiento.
Un estudio de OCC Mundial reveló que solo 3 de cada 10 trabajadores mexicanos se sienten confiados al buscar un nuevo empleo, incluso si el actual ya no les satisface. Esta cifra subraya la urgencia de repensar la narrativa cultural en torno al trabajo formal
