El mercado laboral en México muestra señales claras de enfriamiento y el empleo confirma una pérdida de dinamismo que ya no admite lecturas optimistas. Los datos más recientes del IMSS reflejan una creación limitada de plazas formales en noviembre, muy por debajo de los niveles observados antes de la pandemia y durante la recuperación reciente.
La generación de poco menos de cincuenta mil puestos formales en el mes contrasta con los registros de años previos, cuando noviembre solía aportar más de cien mil nuevas plazas. Asimismo, el crecimiento anual del empleo apenas ronda un punto porcentual, el avance más débil desde 2021, lo que evidencia un freno asociado al bajo crecimiento económico.
Además, aunque el número total de empleos permanentes alcanza un máximo histórico, su ritmo de expansión se ha reducido de manera sostenida. Los puestos eventuales, considerados un indicador temprano del ciclo económico, aportan cada vez menos, lo que refuerza la señal de desaceleración.
Sectores clave presionan el desempeño del empleo
El comportamiento sectorial explica buena parte del fenómeno. Actividades como transporte y comercio mantienen avances moderados, pero no compensan las caídas en ramas estratégicas. La manufactura, la construcción y el sector agropecuario registran retrocesos que afectan de manera directa la capacidad de generar empleo urbano y formal.
Por otro lado, la estacionalidad de fin de año suele implicar una reducción significativa de plazas por la conclusión de contratos temporales. En este contexto, las previsiones apuntan a un cierre anual con una creación neta cercana a doscientas mil plazas, una de las cifras más bajas desde la crisis sanitaria.
Riesgos persistentes ante un mercado laboral debilitado
El arranque del próximo año dependerá de la capacidad de la economía para recuperar parte del terreno perdido. De no hacerlo, el empleo podría entrar en una fase prolongada de estancamiento, con implicaciones directas para el bienestar de millones de hogares.
