La Navidad en Estados Unidos tiene rostro latino. Cada año, cientos de trabajadores migrantes, en su mayoría originarios de México, sostienen con su esfuerzo la multimillonaria industria de árboles navideños que abastece al país. Carolina del Norte, segundo estado productor, concentra gran parte de estas faenas temporales, que inician desde mediados de octubre y se intensifican hacia diciembre.
Aunque el trabajo es esencial, las condiciones laborales para quienes lo ejecutan siguen marcadas por la precariedad. Los trabajadores llegan bajo visas H-2A, que permiten la contratación temporal de mano de obra extranjera para labores agrícolas.
Sin embargo, la promesa de legalidad y protección se diluye en la práctica. Jornadas extensas, temperaturas gélidas, pagos que no siempre reflejan el esfuerzo invertido y un entorno aislado del resto de la sociedad caracterizan la rutina de estos trabajadores.
Explotación y aislamiento estructural
El salario base para 2025 en Carolina del Norte es de 14,68 dólares por hora. A pesar de estar por encima del mínimo federal, muchos trabajadores reportan no recibir horas extras ni compensaciones adecuadas por tareas de alto riesgo, como cortar árboles con motosierras o cargar peso prolongadamente.
Las empresas que dependen de este sistema se benefician de un modelo legal que limita la movilidad del trabajador. La visa H-2A lo ata a un solo empleador, impidiendo que pueda cambiar de lugar de trabajo si las condiciones son injustas. Además, el miedo a represalias y la falta de acceso a canales sindicales limitan su capacidad de organización.
