La reciente extradición de Francisco G. desde México a Estados Unidos saca a la luz un caso alarmante de presunta explotación laboral contra campesinos migrantes. Las autoridades estadounidenses acusan al detenido de haber utilizado visas agrícolas temporales H-2A para captar trabajadores mexicanos que, una vez en territorio estadounidense, eran sometidos a condiciones que podrían configurar trabajo forzoso.
Los testimonios presentados en la acusación describen prácticas como la retención de pasaportes, vigilancia con armas de fuego, amenazas y largas jornadas sin compensación justa. A través de estos mecanismos de control, los trabajadores quedaban atrapados en entornos donde la coerción reemplazaba cualquier noción de contrato libre.
Explotación laboral: violencia oculta tras contratos legales
El detenido formaría parte de una red criminal que operaba bajo la apariencia de agencias de reclutamiento autorizadas. Estas estructuras, con apariencia formal, escondían esquemas de abuso sistemático que generaban beneficios económicos para los involucrados y pérdidas humanas para los trabajadores migrantes.
El operativo fue ejecutado el 13 de noviembre en colaboración entre la Interpol, el Instituto Nacional de Migración y la Fiscalía mexicana. Francisco G. ya se encuentra bajo custodia en Georgia y será procesado por delitos federales, incluyendo trata de personas y fraude electrónico.
Según datos oficiales del Departamento de Justicia, los casos relacionados con explotación de trabajadores migrantes en EE.UU. han mostrado un incremento del 35% en los últimos dos años. La mayoría involucra a víctimas que ingresaron al país mediante visas laborales, lo que refleja una falla estructural en los sistemas de protección para este tipo de mano de obra.
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