La jornada extendida, los bajos salarios y las cargas de trabajo excesivas se han vuelto condiciones normales en la vida de millones de personas en México. Lejos de mejorar, estas situaciones generan un entorno laboral adverso que afecta la salud física y mental de los trabajadores.
México ocupa el primer lugar en estrés laboral entre los países de la OCDE. De acuerdo con datos recientes publicados en octubre de 2025, cerca del 43% de los trabajadores mexicanos afirman experimentar niveles altos de tensión debido a factores directamente relacionados con su empleo. Esta cifra no solo es alarmante, sino que revela un patrón estructural que exige atención inmediata por parte de empleadores y autoridades.
Ambientes tóxicos, presión constante y falta de protección
Entre los principales detonantes se encuentran las largas jornadas algunas de hasta 48 horas semanales sin descanso suficiente, así como la escasa estabilidad contractual. La presión por alcanzar metas, la falta de reconocimiento y los ambientes tóxicos también figuran entre los elementos que agravan el malestar.
Además, el acceso limitado a servicios de salud mental y la normalización del agotamiento dificultan que los trabajadores busquen ayuda o puedan tomar medidas preventivas. Esto se traduce en una mayor incidencia de trastornos como ansiedad, insomnio y depresión, con consecuencias económicas y sociales de amplio alcance.
El Instituto Mexicano del Seguro Social ha reportado un incremento de 26% en consultas médicas relacionadas con estrés entre agosto y septiembre de 2025, lo que subraya la urgencia de colocar el bienestar laboral como prioridad nacional.
