Entre campos de cultivo y cielos despejados del Valle Central de California, cientos de menores de edad desempeñan jornadas agrícolas en condiciones que vulneran su salud. Lejos de ser un fenómeno aislado, la presencia de niños en labores del campo es una realidad persistente, intensificada por la exposición diaria a pesticidas altamente tóxicos, según una reciente investigación del Los Angeles Times.
Los menores laboran sin equipo adecuado de protección, y en muchos casos sin información sobre los riesgos. Esto ocurre en zonas donde los agroquímicos se aplican con frecuencia, ya sea por aspersión directa o por deriva del viento desde predios cercanos. A diferencia de otros estados, California no exige registros específicos sobre la edad de los trabajadores agrícolas, lo que dificulta fiscalizar la contratación infantil y proteger sus derechos básicos.
Pesticidas en el aire, infancia en peligro
La exposición constante a sustancias como el clorpirifós o el glifosato se vincula con daños neurológicos, trastornos respiratorios y afectaciones en el desarrollo cognitivo. Aunque algunas de estas sustancias han sido restringidas en años recientes, otras siguen utilizándose bajo permisividad regulatoria. Las inspecciones del Departamento de Regulación de Pesticidas no son obligatorias para verificar la presencia de menores en las zonas tratadas.
Además, muchos de estos niños provienen de familias migrantes con limitado acceso a servicios médicos o asesoría legal. En consecuencia, los efectos en su salud suelen permanecer sin diagnóstico ni tratamiento adecuado.
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