El gobierno francés intenta abrir un canal de negociación con los sindicatos para evitar un nuevo ciclo de huelgas que en semanas recientes paralizó varios sectores estratégicos. La primera ministra Élisabeth Borne planteó una reunión con las principales centrales sindicales, buscando reconstruir confianza y desactivar movilizaciones que han tensado el clima social.
Las protestas de agosto y septiembre dejaron en claro que existe un malestar creciente en la población trabajadora frente a las políticas de austeridad y reformas que afectan la seguridad laboral. Además, los sindicatos han advertido que, si no se concretan compromisos firmes, las movilizaciones podrían intensificarse durante los próximos meses. En consecuencia, el Ejecutivo apuesta por el diálogo antes de que la conflictividad se agrave.
Sindicatos franceses condicionan acuerdos a compromisos firmes
Las organizaciones sindicales recibieron la convocatoria con cautela. Aseguraron que el encuentro solo será útil si se traducen en medidas concretas para mejorar salarios, proteger pensiones y garantizar condiciones dignas de trabajo. Asimismo, remarcaron que cualquier intento de limitar la negociación colectiva será rechazado de manera unánime.
Por otro lado, los sindicatos insistieron en que las demandas actuales no son solo sectoriales, sino reflejo de un rechazo social más amplio hacia la precarización. Del mismo modo, recordaron que las últimas huelgas movilizaron a cientos de miles de trabajadores en transporte, energía, salud y educación, lo que demuestra la capacidad del movimiento para presionar al Estado.
En datos oficiales, más de 200 mil personas participaron en las protestas más recientes, cifra que confirma la relevancia sindical en la vida política francesa. Ante ese panorama, la reunión propuesta por el gobierno se perfila como un momento decisivo para medir la voluntad de ambas partes.
