El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intensifica esfuerzos para poner fin al cierre parcial del gobierno federal mediante el respaldo de poderosos sindicatos y asociaciones empresariales. La administración ha mantenido más de 400 reuniones recientes con grupos representativos del sector privado, buscando presionar a los legisladores demócratas. Entre los convocados se encuentran la Cámara de Comercio, la Mesa Redonda Empresarial y la Hermandad Internacional de Camioneros, organizaciones que han solicitado al Congreso reabrir la administración federal.
Además de encuentros con líderes del Instituto Americano del Petróleo y delegaciones de la policía, Trump ha reforzado vínculos con sindicatos de pilotos y auxiliares de vuelo, cuyos integrantes han expresado su preocupación por los impactos laborales del cierre.
La Casa Blanca incluso implementó un sistema de seguimiento que clasifica a 553 empresas según su nivel de alineamiento con la agenda gubernamental, incentivando la cooperación de quienes buscan mantener un canal directo con la administración.
Impacto en trabajadores y presión legislativa
Los sindicatos han desempeñado un papel clave al manifestar el efecto negativo de la paralización en empleados públicos y sectores esenciales. La Asociación Nacional de Fabricantes también ha instado al fin del cierre, subrayando que la interrupción administrativa afecta la producción y la estabilidad laboral. De igual manera, los líderes empresariales y sindicales coinciden en que la colaboración bipartidista resulta fundamental para garantizar continuidad de servicios y proteger a los trabajadores.
La Casa Blanca destaca que la presión de diversos grupos sociales y empresariales refleja la impopularidad de las políticas que prolongan la paralización.
Casi un tercio de los empleados federales afectados podría enfrentar retrasos en salarios si la situación persiste, según estimaciones internas de la administración.
