Las temperaturas extremas han dejado de ser una excepción en California. Para miles de trabajadores del campo, esta nueva realidad climática representa una amenaza directa a su salud y sustento. Jornaleros que ya enfrentan condiciones laborales precarias ahora deben lidiar con olas de calor que rebasan los 40 grados centígrados, jornadas sin sombra y una exposición prolongada que incrementa los casos de golpes de calor, deshidratación e incluso muertes.
El calor no perdona a quienes alimentan al país
California, uno de los principales centros agrícolas de Estados Unidos, concentra a una fuerza laboral en su mayoría latina. Estos trabajadores, esenciales para el abastecimiento nacional de frutas y vegetales, laboran en campos donde el acceso a agua potable, descansos adecuados y protección solar sigue siendo limitado. La ley estatal exige ciertas medidas de protección ante el calor, pero su cumplimiento no siempre se supervisa eficazmente, lo que deja a los jornaleros en situación de vulnerabilidad.
Además, muchos migrantes tienen miedo de denunciar abusos o condiciones inhumanas por temor a perder su empleo o enfrentar represalias. Esto genera un ciclo de silencio y riesgo permanente. De igual manera, algunos empleadores no ofrecen información clara sobre los derechos laborales ni capacitación sobre prevención de enfermedades relacionadas con el calor.
Cambio climático y desigualdad: una amenaza compartida
El aumento de eventos climáticos extremos afecta a toda la población, pero sus consecuencias se ensañan con quienes tienen menos recursos. En los campos de California, los efectos del cambio climático se viven con crudeza: el ritmo de trabajo no disminuye y los salarios no compensan los nuevos peligros. Esto revela una desigualdad estructural que exige respuestas urgentes desde los sindicatos, las autoridades y la sociedad en general.
